domingo, 17 de agosto de 2008

Quinto mes.

Pienso en la soledad, esa amiga que a veces me agobia y que otras veces deseo.
No puedo decir que odio la soledad, sería una blasfemia, los momentos de soledad y ocio son los más productivos para la mente humana. Puedo decir que soy una persona con un circulo social no inmenso pero bastante amplio, tengo amigos (No muchos, pero los necesarios) y muchos conocidos, sin embargo eso no es un impedimento para sentirme solo, eso de que puedo estar rodeado de mil personas e igual sentirme solo es totalmente cierto, por cliché que pueda parecer. A veces me siento tan mentalmente distanciado de las personas que me rodean que me planteo dos hipótesis: ¿Será que de verdad soy extraño o el resto de las personas son idiotas que no merecen mi atención? Sé que ninguna de las dos es completamente cierta pero tampoco carece de validez.
Tanto parece que amo la soledad y hay, como en casi todo en este mundo, una excepción y es esa soledad que me hace daño, esa soledad absoluta y que sé que nunca me dejará, esa falta de alguien que hoy es mi musa para escribir esto, esa soledad que empezó hace cinco meses y que sé que nunca se iré, que será mi fiel compañera por el resto de mi existencia.
Es un vacio que sé que mermará un poco con el tiempo pero nunca será llenado ni en el 0.01% de su totalidad. Este vacío recae en otro problema, ¿o virtud? No estoy seguro. Ese problema/virtud es mi esclavitud a la libertad, sé que puedo ir a donde quiera, con quien quiera, llegar a la hora que quiera y todo eso si quiero porque sé que con una llamada simplemente puedo no llegar sin que eso cree una gran discusión en mi hogar y aquí viene la otra interrogante ¿Me gusta eso? De verdad que no lo sé, sé que no me parece totalmente desagradable pero a veces siento tanta envidia de mis amigos recibiendo llamadas maternales a media noche que daría lo que fuera por recibir su llamada otra vez, necesito esa llamada, ese sermón, ese regaño que sé que no va a llegar.
La extraño tanto que no hay palabras para describir esa sensación en el estomago a las 7:30 de la mañana que sentí cuando me dijeron que no volverías a despertar. Extraño sus mañas, su olor, nuestras peleas inútiles, su tono de voz, su desordenado perfeccionismo. Extraño que me corrija y que intente arreglarme. La extraño tanto que desde que se fue soy una persona diferente. Se fue y perdí a mi amiga y a mi espejo, la persona más parecida a mí, cien veces más dulce. Te extraño mami y nunca dejaré de hacerlo. Tú estarás siempre viva en mi corazón.
Hoy son cinco meses que no te veo y estoy calmado, pero tu recuerdo colma mis ojos de lágrimas. Sé que aún me cuidas y por eso estoy tranquilo, tratando de hacer lo mejor y resguardando con celo tus dos únicos tesoros que desde aquí te extrañamos y amamos.
Te amo.